Mientras Inglaterra había comenzado a administrar la vacuna de Pfizer con un primer lote de 800 mil dosis, un informe de Oxfam y otros grupos que abogan por equidad en salud en el mundo advertía que 9 de cada 10 personas en los países pobres no tendrían acceso a la vacuna contra la Covid-19 en el 2021. La razón es simple: los países desarrollados han comprado casi toda la producción de vacunas del próximo año. Canadá podría vacunar hasta 5 veces a su población y, en promedio, estos países dispondrían de tantas dosis como para vacunarse 3 veces. De acuerdo a este informe, más del 50 % de las vacunas que se prevé estarán disponibles el 2021 han sido adquiridas por las naciones ricas que solo representan el 14 % de la población mundial (AstraZeneca es la única empresa que ha anunciado que distribuirá más de la mitad de su producción en los países en desarrollo).   

“El Covid-19 es una crisis y las soluciones deben ser compartidas con equidad como bienes públicos globales, no como mercancías privadas que aumenten las desigualdades”, sostuvo Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la Asamblea General de la ONU. La OMS ha creado el fondo común de vacunas COVAX con el fin de ayudar a los países con menos recursos, pero este fondo solo podría atender una pequeña parte de la demanda mundial. Organizaciones pro derechos humanos en EE. UU. han pedido al presidente electo Joe Biden que apoye la propuesta de una vacuna universal. Lo mismo se ha hecho en la Unión Europea ¿Serán voces que claman en el desierto?

La pandemia no debe ser ocasión de lucro. Por el contrario, esta es una extraordinaria oportunidad para avanzar en equidad en salud a escala global. Tal vez el camino sea convertir la vacuna contra la Covid-19 en un bien público. Esto implicaría que las transnacionales de medicamentos deberían reducir el precio de la vacuna a pequeños márgenes de ganancia, de tal manera que los Estados puedan comprarla y ofrecerla gratuitamente a sus poblaciones. El criterio ético en este tiempo de pandemia es que nadie debe quedarse sin acceso a la vacuna por razones de costo y disponibilidad. Los líderes mundiales deberían solicitar a las farmacéuticas que compartan la tecnología y los derechos de propiedad intelectual a través del fondo de Acceso a la Tecnología contra la Covid-19 de la OMS. Así podría disponerse de las dosis suficientes para proteger a la población mundial.

En la reciente presentación del libro Bioética. Una perspectiva desde América Latina, justicia y equidad en salud fue uno de los temas recurrentes en las diferentes exposiciones. Y es que, no se puede concebir un abordaje bioético en salud que no incluya como aspecto fundamental la equidad en la salud pública.

Artículo publicado en el Diario Oficial El Peruano el 24/12/2020 y en la web de la Universidad Ruiz de Montoya