En una reciente reunión con los jesuitas del Perú, el Dr. César Guadalupe, presidente del Consejo Nacional de Educación, lamentó que las instituciones educativas del país sigan siendo espacios de segregación, en cuanto cada una de ellas reciba estudiantes de un solo sector socioeconómico. Ocurre que cada alumno de colegio o universidad estudia por lo general con quienes tienen un poder adquisitivo similar, con lo cual, el dinero determina no solo la calidad de la educación que recibe un estudiante, sino también con quiénes estudia y construye relaciones sociales este estudiante. Así, nuestras instituciones educativas, en lugar de promover la integración, fortalecen la segregación social.

A ello podría, sin embargo, agregarse que en el Perú la estratificación económica siempre ha estado acompañada de una estratificación racial y cultural, y que por ello los espacios de segregación que representan nuestros colegios y universidades tienen en realidad bases más amplias. Se puede decir en este sentido que la educación peruana ha jugado un rol central en la construcción de un país donde no solo el dinero, sino también la raza y el origen cultural han condicionado grandemente las posibilidades de encuentro entre peruanos.

No podemos decir, sin embargo, que se trate de un proceso irreversible, ni que hoy no hayan esfuerzos por elevar la calidad y la capacidad de inclusión de la educación pública. También en muchas instituciones de la Iglesia se han implementado espacios de encuentro entre estudiantes de distintos orígenes. Sin embargo, nada de esto será suficiente si no promovemos en cada niño o joven una especie de conversión espiritual que lo lleve a gustar del encuentro con el que es diferente.

P. Deyvi Astudillo, SJ
Responsable de Vocaciones Jesuitas
Publicado el 15/03/2020 en el Diario La República