Ahora que vuelve a estar sobre el tapete el tema de la obligatoriedad del curso de religión y en medio de un espacio en el que algunos representantes de la religión cristiana lideran campañas contra el currículo educativo nacional o contra la penalización de la discriminación por razones de identidad u orientación sexual, se hace más que necesario reflexionar sobre algo fundamental al origen de la fe cristiana: su capacidad de formar mentes críticas y reflexivas.

Muchos asocian el nacimiento oficial del ateísmo a la filosofía de Friedrich Nietzsche quien escribió sobre “la muerte de Dios” anunciando así el advenimiento de un mundo en el que Dios ya no está presente. Era algo que se venía gestando desde finales de la Edad Media y que irrumpe pro-piamente en la Modernidad del pensamiento occidental, con la reflexión de Descartes, Spinoza, Kant y Hegel. Es decir que la crítica más radical a la fe, al cristianismo, se origina en su propio seno, y ello, desde su origen, por su esencial vinculación con la libertad, que promueve el sentido crítico y reflexivo. Por eso la fe cristiana no tiene por qué estar peleada con la razón, ni con la discusión intelectual, ni con argumentos sólidos y válidos en otros espacios ajenos a lo religioso.

La religión busca mantener el vínculo entre las personas y Dios (lo divino) y de las personas entre sí. El apóstol Pedro decía en una de sus cartas que los cristianos debemos saber dar razón de nuestra fe, debemos saber explicar aquello en lo que creemos. No se trata de imponer nuestra visión del mundo y del ser humano, ni argumentar sin solidez, al contrario, se trata de saber dialogar en un mundo que es diverso, en un estado que es laico, en una sociedad en la que conviven muchas comprensiones de lo humano y de lo divino, así como de expresiones distintas de la fe. La religión puede aportar valores en la formación de la sociedad. Depende del modo en el que asumamos esta tarea para hacer de ella un espacio también de formación de personas críticas y reflexivas, que es lo que nuestro país y el mundo de hoy necesitan.

P. Víctor Hugo Miranda, SJ
Coordinador de la Plataforma Apostólica de Piura
Publicado por el Diario La República (10/02/17)