Entrevista publicada por el diario La República (09-05-12).
Por Maritza Espinosa

Cuando llegó acá, a El Agustino, la gente debe haberse sorprendido: usted no es el típico sacerdote de sotana y alzacuello…

Bueno, acá mis compañeros sacerdotes tampoco llevaban el vestido, pero yo traía el pelo largo, collares y cosas así, pues me siento un hijo de los años 60, cuando pasaron cosas maravillosas.

Cosas que la Iglesia no siempre aprobó.

La Iglesia desaprobó cosas de la vida que han tenido que ser aceptadas.

Como los travestis, esa población marginal con la que usted trabaja, ¿no?

Estuve trabajando con ellos en una época muy dura. Muchas de mis amigas murieron de sida, gente que yo he querido muchísimo.

¿Con ‘mis amigas’ se refiere a travestis?

Sí.

Hay un superior suyo que dice que ellos no están en el plan de Dios.

Yo creo que está totalmente equivocado. Ningún ser humano puede estar fuera del plan de Dios. Todos están en ese plan de construir un mundo diferente donde todos podamos caber, respetarnos y querernos.

¿Qué es el pecado, entonces?

No lo sé, ni me preocupa. Bueno, tal vez el peor pecado es el egoísmo que produce la injusticia, la marginación, la violencia. Ese es el pecado.

¿No es que Dios se la pase husmeando entre las sábanas de la gente?

Esa es una imagen equivocada. La única imagen de Dios tiene que ser la que revela Jesús, que perdona a la adúltera, que se sentaba a comer con esos pecadores públicos, que se acercaba a las prostitutas o ellas se le acercaban porque las podía acoger, respetar y querer.

¡Usted es tan atípico dentro de la Iglesia!

Yo no me considero atípico. Jesús era judío y criticaba muchas cosas del templo, de la religión… Y para mí el modelo es Jesús, y Jesús es el hombre libre por excelencia y nos llama a ser libres frente a cualquier tipo de poder. Yo pienso que, desde dentro, puedo trabajar para hacer que la comunidad de la Iglesia, entre todos, intentemos ser fieles a Jesús.

Pero a esas hermanas masacradas por el sida usted no les diría ‘no usen condón’.
No.

Pero el Papa ha dado tremendas prédicas sobre el pecado de usar condón.

Cada persona es diferente, cada situación es diferente y que, más que prohibir, lo que tenemos que hacer es estar junto a esas personas para conocer sus angustias, problemas, dolores. Ser cauces de la misericordia de Dios.

Antes de sentir el llamado, ¿qué pensaba ser: futbolista, rockero…?
No… De futbolista no lo hago mal, pero ya no juego. Me rompí los ligamentos y el tobillo. La música me apasiona. En España grabé un disco con un grupo de amigos y amigas. Tengo amigos muy buenos aquí en Perú también. Están dispuestos a cantar conmigo, pero yo sé que en el fondo sufren, porque no soy bueno.

¿A qué edad decidió ser sacerdote?

Pues muy temprano, a los diecisiete años. En aquel tiempo, una persona que entraba con 22 ó 23 ya era viejo…
¿Ya no se dio la oportunidad de conocer el amor femenino?

Yo sí. Es complicado, pero tienes otra opción que te lleva, de alguna manera, a renunciar a ciertos aspectos de ese amor. Es difícil hablar de los afectos.

¿Nunca renegó de los votos de castidad?

No. Yo creo que tiene que ser una cosa opcional. Estoy convencido de que el celibato no implica que te vas a dar más. He encontrado personas casadas que dan ejemplo a muchos sacerdotes célibes de lo que es entrega. Pero en algún momento puede cambiar. Eso no es un dogma.

¿Qué espera a futuro de su trabajo aquí con las pandillas, los marginales?

Espero haber colaborado, cuando me toque morir, a hacer un Perú más justo y solidario, donde las discriminaciones, que hay muchas y muy duras, sean cosa del pasado y todos sean considerados con la dignidad que todo ser humano tiene.

¿Es usted un cura de izquierdas?

Yo creo en lo de la oveja perdida. Jesús nos dice que dejemos a las 99 para buscar a la que está fuera de las fronteras del redil. En gran parte la Iglesia se ocupa de las 99 buenas, pero si pudiéramos ir a los que están fuera, seríamos más evangélicos.

El día que se vaya, con los rezos del responso, ¿les gustaría que hubiera una canción de los Beatles?
Yo lo que espero es que no haya ni rezos, ni responso. Cuando muera, quiero que inmediatamente mi cuerpo lo lleven a la Facultad de Medicina. Yo no quiero que hagan una celebración así tétrica cuando me muera. Pero, eso sí, que organicen una jarana todos los amigos, músicos, deportistas con quienes trabajé, si se acuerdan y si es que quieren.

¿Pero se va a ir al cielo?

Sí, yo espero estar en el reino de Dios, llámese cielo o como sea. Yo creo que ese sueño que aparece al comienzo de la Biblia –Génesis–, eso es el final. Y de alguna manera estaré participando de ese sueño de Dios, junto a gente como Martin Luther King, Gandhi, Túpac Amaru (señala sus fotos).

La ficha

Me llamo José Ignacio Mantecón Sancho. Nací en España hace 66 años. Soy peruano nacionalizado y trabajo hace 28 años en El Agustino. Ahora me siento un agustiniano más. De aquí salió el primer comedor popular. La música y el deporte son mis dos pasiones. Ayudé a fundar el Agustirock.