Nos visitó el Papa. A la mayoría nos ha gustado y hemos sacado muchas cosas buenas para nuestras vidas y para nuestro país, aunque algunos creen que ha faltado una crítica al caso del Sodalicio.

Pero nos tenemos que preguntar por qué un líder religioso tiene tanta capacidad de convocatoria, más que ningún líder político o jefe de estado. La figura del Papa, sea cual sea, acumula el sentimiento religioso que la mayoría tenemos, y ante esta masiva convocatoria, que va más allá de las distancias, las incomodidades, la falta de movilidad, la larga espera en los lugares designados, el calor en unos, la lluvia en otros, tenemos que constatar que el Perú, a pesar de los modernismos y del secularismo, es muy religioso y todavía esperamos mucho de nuestra relación con Dios. Y esperamos mucho del máximo representante de nuestra religión, el Papa, en este caso Francisco.

Ser religioso quiere decir que creemos en un Dios Bueno, Misericordioso y Todopoderoso, que tenemos una relación con Él, que cuenta mucho en nuestras vidas, aunque seamos pecadores y no practiquemos muchos actos religiosos, y que tiene algo que decirnos y comunicarnos individualmente y colectivamente. Y todo ese sentimiento, así como el mundo interior que lo rodea, lo identificamos de pronto con la figura del Papa, y queremos verlo, escucharlo y si fuera posible tocarlo. Si nos diera una bendición personal, seríamos los más felices del mundo y nos moriríamos con ese recuerdo imborrable.

Pero el Papa vino a decirnos algo no solo al interior de cada uno, vino a decirle algo al Perú, y me voy a detener en lo que dijo a los pueblos indígenas reunidos en Puerto Maldonado. Lo primero que percibimos es que el Papa Francisco valora mucho a los pueblos originarios. Se dirige a ellos con mucho respeto, reconociendo “… su enorme riqueza biológica, cultural y espiritual”, y diciéndoles “Necesitamos de su sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos sin destruir el tesoro que encierra esta región”. Más adelante dice “Alabado seas Señor por esta obra maravillosa de tus pueblos amazónicos y por toda la biodiversidad que estas tierras envuelven”, y “Su cosmovisión y sabiduría, tienen mucho que enseñarnos… La cultura de nuestros pueblos es un signo de vida… es una reserva cultural que debe preservarse de los nuevos colonialismos”. Estas expresiones son diametralmente opuestas a las palabras y al espíritu de nuestro ex presidente Alan García cuando los llamaba “perros del hortelano” o “ciudadanos de segunda”. Pero no es solo Alan García, sino que son muchos en el Perú quienes piensan lo mismo. Y qué tendríamos que decir de la trata de personas, que viene unida a la extracción ilegal del oro, y sobre lo cual dice el Papa: “No nos hagamos los distraídos ni miremos para otra parte. Hay mucha complicidad”.

Pero ha querido llegar a ellos en primer lugar porque los pueblos aborígenes “nunca han estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora por “el neo-extractivismo… presión de intereses económicos… su avidez por sacar petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales, que se los disputan” y por eso “ha querido venir… para estar juntos y con ustedes reafirmar una opción sincera por la defensa de la vida de la tierra y de las culturas”, para lo cual “hay que generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo… rescatando la cultura, la lengua, tradiciones, derechos y la espiritualidad que le son propias”, y es en “este diálogo intercultural en el cual ustedes son los principales interlocutores a la hora de avanzar en los grandes proyectos que afectan a sus espacios”. Esto apunta directamente a que Ley de Consulta Previa se aplique como debe ser, y no como en lo que se ha convertido, un mero formalismo, ya que se realiza solamente en las etapas finales cuando ya no hay ninguna decisión relevante que tomar, excluyendo el Estudio de Impacto Ambiental y el plan de cierre. Para colmo, la rapidez con la que se hace le quita toda validez. A veces la etapa informativa y de evaluación se dan en un solo día.

Pero ¿qué tendríamos que decir de la ley 30723 para construir carreteras en la Amazonía, ley promovida por el congresista Tubino – que todo el mundo conoce como el defensor de las grandes empresas madereras ilegales – que se declara de interés nacional, apenas sale el Papa del Perú, por supuesto sin consulta previa y sin siquiera el visto bueno de Ejecutivo, al cual le habían llegado serias observaciones del Ministerio de Cultura y del Medio Ambiente?

¿De qué le habrá servido al señor presidente y al congresista Tubino estar presentes en Puerto Maldonado, donde el Papa expresó lo que acabamos de comentar, y los nativos se quejaron de los caminos de cemento y asfalto hechos únicamente para extraer sus riquezas, no para nuestra comunicación y desarrollo? Y ¿de qué habrá servido nuestra devoción por verlo, por escucharlo, si no se traduce en un compromiso por seguir sus orientaciones y obligar a los políticos a que las sigan?

P. Francisco Muguiro, SJ
Director de Radio Marañón
Jaén, 28 de enero del 2018