Para nosotros el 5 de junio tendría que ser un día alegre y esperanzador. Por una parte porque, siendo el día en que se celebra a nivel mundial el Día del Medio Ambiente, tendríamos que reconocer que hemos avanzado mucho y nos hemos sensibilizado también acerca del cuidado que tenemos que tener con todos los bienes naturales que nos rodean: hay cumbres en el mundo sobre el cuidado del Medio Ambiente, los países se comprometen a bajar los gases de efecto invernadero, el Papa Francisco escribe una encíclica sobre nuestra Casa Común, organiza un Sínodo sobre la Amazonía, los países dan leyes sobre la eliminación del plástico, empieza a funcionar la industria de los carros eléctricos y los Verdes ganan espacios políticos en los parlamentos europeos. Pero, por otra parte, nos damos cuenta que todas estas buenas medidas se quedan cortas, y estamos viendo, según algunos científicos, que estamos llegando tarde, y que además se sigue deforestando la Amazonía. El Perú pierde todos los años más de 120.000 hectáreas de bosque, Colombia y Bolivia otro tanto, y Brasil cinco o diez veces más, con un presidente que además la fomenta.

Pero, además, nosotros recordamos con tristeza que este día, hace 10 años, hubo un gran desencuentro que le costó al Perú la vida de 33 peruanos y un desaparecido. En ese bosque grande de nuestra Amazonía, donde existe la mayor diversidad biológica tanto de fauna como de flora, y donde se acumula en el Amazonas el 20% del agua dulce de todo el mundo, existen personas que, solo en la parte peruana, pertenecen a 46 etnias, cada una de ellas con una multitud de comunidades. En todo el territorio amazónico viven 385 grupos étnicos con otra cantidad de comunidades,  lo que hacen en total tres millones de habitantes solamente indígenas. Todos ellos son originarios, están muchos siglos antes que la conformación de nuestros países. Somos nosotros los que les hemos caído en sus territorios sin pedirles  permiso, los hemos sumado a los diferentes países que formamos sin consulta. Durante siglos se han alimentado material y espiritualmente de esos bosques, y se han hecho uno con ellos, por eso los han conservado, los han cuidado. Y ahora que las carreteras, las lanchas cruzan sus territorios, en lo único que pensamos nosotros, los huéspedes, es en ponerle precio a todos sus recursos naturales, que tanto tiempo cuidaron porque son parte de ellos.

 Y este territorio, como dice el Papa Francisco, “nunca ha estado tan amenazado”, amenazado por los de fuera, que lo miramos no como territorio donde conviven con él una multitud de personas, sino como espacio donde hay una gran cantidad de recursos naturales que para nosotros valen plata, tienen precio. Los miramos individualmente, no  como piezas de un todo,  interdependientes unas de otras, que juntas forman un sistema, de tal manera que, cuando quitas una de ellas, el sistema entero se resiente. Este territorio estuvo amenazado por el gobierno de Alan García, de triste memoria, porque dio unas leyes por las cuales la Amazonia peruana pasaba de ser recurso natural a ser propiedad del país, de algo que no se puede vender, ni transar, ni transferir, a un objeto más del mercado mundial.  La ley era por demás inconstitucional, pero pasó al Congreso. Toda la Amazonia se levantó  y cortaron carreteras y tomaron instalaciones públicas. Acá había cerca de 2.500 indígenas, entre Awajún y Wampis, cortando la carretera de penetración Fernando Belaunde Terry, y otros tantos en la estación 6 de Petroperú llevaban más de 50 días de paro, pero en la carretera desde el 27 de mayo y, aunque el 30 habían dado pase, la situación se volvía grave. Los nativos resolvieron retirarse dignamente el día 5 de junio, justo en el que se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Pero ese día 5, aunque los generales del Ejercito del Milagro y de la Policía decían que no había condiciones, Lima decidió a mil Kms el desalojo. Error y ceguera del centralismo limeño que a mil Kms toma decisiones, sin saber a quienes se enfrentaban- no eran campesinos de la Costa, sino descendientes de los Jíbaros- y qué defendían – que no eran dos soles para el precio del arroz, sino su territorio, que es como su vida, la de su familia y la de sus pueblos. Total, 34 peruanos fallecidos y uno desaparecido. Qué contradicción más grande en el Día Mundial del Medio Ambiente: 34 peruanos muertos, unos por defenderlo y otros por cumplir órdenes que nunca debieron haberse dado.    

Ojalá estas muertes sirvan para algo y no sigamos codiciando los recursos naturales de la Amazonía, que tanta vida da a los pueblos originarios y al mundo entero.

P. Francisco Muguiro, SJ
Director de Radio Marañón
Jaén, 3 de junio del 2019