Artículo escrito por el Cardenal Pedro Barreto SJ para la web PuntoEdu de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Ante la muerte del Papa Emérito brota espontáneamente un sentimiento de gratitud por el testimonio de vida de un creyente en Dios, humilde, sabio y un servidor fiel del Evangelio y de la Iglesia.
Fue Benedicto XVI quien inició, con coraje y decisión, un proceso de purificación de la Iglesia ante los graves signos de corrupción dentro de ella. Su propuesta “tolerancia cero” ante los abusos sexuales fue implementada para que nunca más se repitan actitudes y hechos de perversión con grave daño a las personas. Francisco continúa hoy este proceso de purificación de la Iglesia.
Benedicto XVI y Francisco tienen en sí mismos las señales del espíritu conciliar, uno en su Doctrina y el otro por su espíritu pastoral. Así fue en los principios de la Iglesia con los apóstoles Pedro y Pablo. Complementariedad en la unidad en el camino de la fe en Jesús, Fundador de la Iglesia Católica y en su misión de anunciar el Evangelio a la humanidad.
Joseph Ratzinger descubrió, muy joven, la fe como camino hacia la plenitud de Dios en la persona de Jesús. Escuchó la llamada del Señor a ser sacerdote de Cristo al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia. Durante su formación manifestó su gran capacidad intelectual que lo llevó a ser uno de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II (1962-1965). Durante sus años de profesor de Teología, como Arzobispo de Munich (1977), Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (desde 1981) y Pontífice (desde abril del 2005 al 28 de febrero del 2013) nos hizo redescubrir la propuesta de renovación conciliar de la Iglesia “Luz de las Gentes”, que acoge “Los gozos y esperanzas” de los hombres de hoy y que es enviada “a las gentes” como “sacramento universal de salvación”.
De esta forma se iniciaba el proceso de renovación de la Iglesia inspirado por el Espíritu Santo, que soñaron San Juan XXIII y San Paulo VI, y que hoy continúa Francisco.
Precisamente San Juan XXIII en el discurso inaugural del Concilio Vaticano II indicaba que no se trataba de condenar a las personas, sino usar la “medicina de la misericordia”. En esta perspectiva, Joseph Ratzinger aseguró que el Concilio debe ser visto como “la apertura de la Iglesia al mundo”. Esta intención de fondo es la característica principal de la Constitución Pastoral “Gaudium et spes” (los gozos y esperanzas) que es considerada como un auténtico testamento conciliar.
El Papa Benedicto XVI nos ha dejado sus sabias reflexiones en sus tres Encíclicas:
- Caritas in veritate (Caridad en la verdad del 29 de junio de 2009)
- Spe salvi (En esperanza fuimos salvados del 30 de noviembre de 2007)
- Deus caritas est (Dios es amor del 25 de diciembre de 2005)
La apertura de Dios al mundo, en la persona de Cristo, el “Dios como nosotros”, se realiza por el envío misionero para iluminar y fortalecer a la humanidad con las Encíclicas del Papa Francisco: “La alegría del Evangelio” (Evangelii Gaudium – 24 de noviembre del 2013) para que caminemos juntos porque somos “Todos hermanos” (Fratelli tutti – 3 de octubre 2020).
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