El 31 de octubre se conmemoró en el mundo protestante el quinto centenario del inicio de la gran reforma que desencadenó el monje agustino Martín Lutero al hacer públicas sus famosas tesis sobre el tema de las indulgencias. Creo que Lutero y la Reforma tienen un significado muy profundo en la historia del cristianismo y de la Iglesia Católica que tendríamos que saber reconocer y valorar.

En este sentido, lo primero a destacar es la vocación auténticamente religiosa de Lutero. A diferencia de lo que hemos sostenido por mucho tiempo, hoy la Iglesia Católica reconoce el espíritu genuinamente cristiano que llevó a Lutero a protestar ante un conjunto de prácticas eclesiales que siguiendo intereses mundanos habían abandonado su sentido evangélico. Lo que es todavía más digno de reconocimiento si tomamos en cuenta que Lutero no pretendía crear una nueva iglesia sino generar un debate de ideas que condujese a la renovación de la práctica cristiana a la luz de la Escritura. Lo segundo a tomar en cuenta tiene que ver con el contenido de las propuestas teológicas sostenidas por las iglesias protestantes a lo largo de la historia. Si bien a pesar de los grandes avances del diálogo ecuménico mantenemos todavía diferencias doctrinales, es importante destacar que los católicos hemos incorporado ya iniciativas centrales de la tradición protestante, como el estudio científico de la Biblia o el fomento de la música litúrgica. Lo que significa que la diferencia también nos ha enriquecido.

Ahora bien, una conmemoración justa del inicio de la Reforma no puede dejar de considerar la violencia y dolor causados por los conflictos entre católicos y protestantes a lo largo de la historia. De allí que un motivo fundamental para nuestro trabajo por la unidad siga siendo nuestro común compromiso no solo contra el olvido de la fe sino también contra el fanatismo y la intolerancia religiosa que nos amenazan constantemente.

P. Deyvi Astudillo, SJ
Oficina de Comunicaciones – Jesuitas del Perú
Publicado en el diario La República (11/11/17)