Teólogo, docente universitario y profundo conocedor de los temas de la iglesia católica, el sacerdote jesuita Ernesto Cavassa, rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, se explaya en esta entrevista sobre el significado de la próxima llegada de Francisco al Perú, y pone el dedo en algunos temas dolorosos para la iglesia y para el propio Jorge Mario Bergoglio: los casos de pedofilia entre sacerdotes, el distanciamiento de parte de la grey católica y la oposición de parte de los sectores conservadores de la iglesia a las reformas que pretende ejecutar.

Tengo entendido que usted ha tenido varios encuentros con el papa Francisco…

He tenido encuentros con él en dos ocasiones. En Aparecida (Brasil) y el año pasado, en Roma… Y mi impresión es la de un hombre carismático, capaz de comunicar muy bien lo que piensa, lo que plantea, lo que siente. Es un hombre que llega a las personas por los gestos, pero sobre todo por su testimonio personal. Es un hombre que hace lo que dice y que intenta vivir coherentemente con lo que piensa, con lo que cree, con sus valores.

¿Cómo considera usted que va a encontrar Francisco a la iglesia católica peruana?

Yo creo que la va a encontrar como lo que es: una iglesia muy viva en los barrios, en las áreas rurales, allí donde las diócesis son dinámicas, donde hay pastores que, al estilo del papa Francisco, motivan a su grey, y no la va a encontrar tan dinámica en otros lugares donde no se dan esas mismas circunstancias, donde las situaciones están más ralentizadas o tal vez más complejas…

Han pasado casi tres décadas de la última visita de un papa (Juan Pablo II) al Perú, ¿cómo cree que ha cambiado la feligresía en ese período?

Ha cambiado el Perú. El Perú de Juan Pablo II, en el año 85 y en el 88, no es el Perú de Francisco en el 2017. La década del 80 fue una década muy mala para el Perú, con crisis, con terrorismo. El papa Francisco va a encontrar un Perú diferente, un país que ha venido creciendo todos estos años, que se propuso ir derrotando la pobreza y lo ha ido logrando, aunque no del todo. Un país en democracia, que tiene cuatro presidentes elegidos constitucionalmente. Por supuesto que hay fricciones. El gobierno y la oposición no necesariamente se llevan bien, pero dentro de un marco democrático global que, en los tiempos de la república, el Perú nunca había vivido.

En ese contexto de fricciones, ¿la presencia del papa Francisco puede servir para algo?

¿Sabe cómo va a ayudar? Poniendo los auténticos puntos de agenda, porque a veces, leyendo los diarios o viendo los noticieros, lo que uno encuentra es que hay mucho ruido, mucho barullo político, y eso entorpece incluso la convivencia social y el ritmo de crecimiento económico. El papa nos va a decir, y de ahí la importancia de los lugares que ha escogido, que los temas de agenda son otros, que el Perú tiene que pensar en mirar al largo plazo y no quedarse en peleas que parecen de callejón, que tiene que ponerse objetivos de mayor alcance. Va a Puerto Maldonado, entre otras razones, porque quiere que miremos a la amazonía. Cuando ya se hizo público que iba a Puerto Maldonado, las reacciones que yo he encontrado son, primero, ¿y por qué a Puerto Maldonado? ¿Qué se le ha perdido en Puerto Maldonado?

Bueno, Puerto Maldonado es el eje de la minería ilegal y de la trata de niñas…

Por eso. Exactamente por eso. Entonces, lo primero que hace el Papa es poner en el mapa de los peruanos a Puerto Maldonado. Pero también pone en la agenda eso que usted dice, exactamente. Esos son los puntos que hay que trabajar y que expresan y reflejan Puerto Maldonado, Madre de Dios, una región que está en plena frontera con Brasil y Bolivia, donde hay tala indiscriminada de árboles, deforestación, minería ilegal…

Es decir, donde están las grietas del sistema…

Exactamente, es allí donde el sistema hace más crac. Entonces es la periferia. Este es el Papa de las periferias y va allí donde él siente que hay mayor necesidad.

En los ochenta, cuando vino Juan Pablo II, casi un 100% de peruanos profesaba la fe católica. Ahora sólo es un 77%, según el INEI, ¿qué significa eso?

Significa que hay mayor diversidad religiosa y eso es bueno. Significa que la gente tiene libertad de opción, ya sea para creer, optar o profesar otra religión, institucionalizada o no, en una iglesia o no, o ya sea para decir: “Mire, la verdad es que esto de creer en un Dios no es lo mío” o “yo soy agnóstico”. Por lo tanto, se presentan muchas más alternativas. Ahora, la misma fe católica es hoy día también más dialogante con otras religiones. Se han generado espacios de diálogo y de acción interreligiosa -donde está la católica, las confesiones evangélicas, el judaísmo, el islam-, en donde las diversas profesiones se reúnen para tratar de ver cómo hacen frente a situaciones, por ejemplo, de violación de derechos humanos, o de injusticia, o que tienen que ver con el futuro del planeta.

¿Por qué cree que las iglesias evangélicas, más que el judaísmo o el islamismo, han ganado tanto espacio en desmedro de la iglesia católica en estos años? Estamos hablando de un 15%…

Puede ser por el tipo de cercanía que tienen respecto de sus feligreses, por la forma en que hacen sus planteamientos, por la posibilidad de que los pastores puedan generar pequeños grupos eclesiales donde la gente se siente más vinculada afectivamente con ellos. Por el lado de la iglesia católica, probablemente no se da con tanta fuerza. Si los pastores, los sacerdotes o los obispos no acompañamos constantemente la fe, lo que las personas van a buscar es un espacio de acogida en otros lugares.

¿Hasta qué punto las posturas conservadoras de monseñor Cipriani pueden haber abonado esto?

Esa es una buena hipótesis de trabajo. Para un académico, sería muy interesante trabajarlo, pero es hipótesis, no una afirmación…

¿Pero eso que usted dice, del distanciamiento de la jerarquía de las necesidades espirituales de la grey, no abona en ese sentido?

Podría ser, pero habría que verificarlo a través de estudios si eso mismo que se dice de monseñor Cipriani se puede decir también de otros obispos, del conjunto del episcopado católico, o del tipo de pastores, de sacerdotes que hay en este momento en el país, y no solamente es un atributo de una persona en particular. Lo que sí es verdad es que si no hay pastores que huelen a oveja -y esa es una expresión del papa Francisco-, es decir, si no hay pastores que están con su grey, cerca de su gente, lo que va a ocurrir es que efectivamente las personas se van a desvincular de esos pastores, ya no los van a reconocer y van a buscar otros pastores y otros lugares donde se sientan más cómodos.

Si bien hay un 15% se ha ido a sectores evangélicos, hay un 5% que no profesa religión alguna. ¿Cuál de esos dos grupos debería preocupar más a la iglesia o a cuál tendría que ganar de regreso?

No sé si la expresión ganar es la mejor, porque esto no es una competición. La cuestión es cómo sumamos todos, sean de la religión que sean, para salir al paso de situaciones fuertes que atentan contra el conjunto de la humanidad. El tema de las confesiones religiosas es a nivel global. Más o menos uno de cada siete no profesa ninguna religión, o es ateo o es agnóstico, pero hay seis de cada siete personas que confiesa alguna religión. Muchas de las expresiones religiosas adquieren hoy día otras formas y hay gente que dice: yo creo en Dios, pero no creo en la iglesia. Entonces, el tema no es un tema de Dios, sino de cómo es que hay una congregación o un tipo de institucionalización que ya no les funciona para acceder a ese Dios y buscan caminos alternativos…

Ese es el tipo de posturas del papa Francisco que hace que se diga que hay un sector conservador que le está haciendo la pelea. ¿Existe esta confrontación en la iglesia?

Existe y, además, siempre existió.

Pero se ha agudizado con Francisco: un grupo de cardenales ha escrito una carta cuestionado su postura a favor de las parejas divorciadas…

Es un grupo reducido de cardenales, cuatro o cinco, que se han manifestado públicamente. Lo nuevo no es que haya discrepancias, sino que esas discrepancias, dentro del colegio cardenalicio, se hayan expresado públicamente y curiosamente vienen del sector más conservador del colegio cardenalicio.

Es innegable que Francisco se ha acercado a ideas más liberales, más que los papas precedentes, tanto que lo han acusado de “protestantizar” la iglesia…

Ciertamente tiene una opinión diferente que la de los últimos papas en algunos temas, especialmente en los de familia, en algunos temas sociales también. Y es francamente innovador en el tema del cambio climático, la ecología, en fin. Ahora, la pregunta es por qué. ¿Cómo es posible que el papa Francisco en algunos puntos realmente innove, sea progresista, de mente amplia? ¿Qué explica eso?

¿Tiene que ver con su personalidad o con la coyuntura de la iglesia?

O, como yo creo, con una tradición de la iglesia latinoamericana, que lleva cincuenta años teniendo la misma práctica.

¿Estamos hablando de la Teología de la liberación?

No, estamos hablando de la iglesia latinoamericana, que no es sólo la teología de la liberación…

¿Hasta qué punto los casos de pedofilia han debilitado a la iglesia?

Profundamente. Un compañero jesuita decía que era el mayor pecado del siglo 21. Con mayor razón, creo que son casos que han dañado y que dañan mucho a la iglesia. Ha sido el peor estigma que la iglesia ha tenido y lo lógico es la postura actual -que ya venía siendo aplicada con Benedicto 16, y que ha mantenido Francisco- de tolerancia cero y encubrimiento, menos.

Sin embargo, eso colisiona con el caso (Luis Fernando) Figari, del Sodalicio: Roma ha decretado que se queda allá, que se le reconoce en su calidad de fundador del Sodalicio y, por tanto, queda protegido. ¿Eso no es una contradicción?

Es una contradicción y tendrán que explicarla aquellos que la han realizado, porque, efectivamente, uno no llega a entender bien cuáles son las razones que puedan haber producido una cosa así. De repente las hay. Antes que adelantar juicios, hay que ver, preguntar qué podrá haber motivado una situación así, que aparentemente es contradictoria con el discurso que se ha formulado en los últimos años.

Las víctimas esperan que el Papa, en su visita, mencione el tema. ¿Usted qué tan posible cree que sea eso?

No me extrañaría. El Papa es sencillo y si es necesario, y lo ve conveniente, no creo que haya ningún problema en que él vuelva a pedir disculpas. No creo que sea un problema para él. Pero el tema, además de la petición de disculpas necesaria para poder restañar el daño cometido, es qué políticas se están aplicando o se deben aplicar para que nunca más se repita una situación similar.

Entrevista publicada en el Diario La República

25 de junio de 2017