Hace unos días el discurso de la actriz Meryl Streep criticando la violencia y el abuso del poder de Donald Trump se hizo viral en las redes sociales. “La violencia incita más violencia”, insistió ella. Trump no esperó mucho para atacarla a través de su cuenta personal de Twitter llamándola “actriz sobrevalorada”. No es la primera vez que Trump utiliza las redes sociales para insultar, ofender o minusvalorar a las personas que no están de acuerdo con él o que lo critican. De algún modo él encarna esa nueva cultura del odio que pareciera esparcirse por doquier en nuestra sociedad. ¿Por qué tanta violencia en nuestros discursos? ¿Por qué tanta falta de tolerancia contra aquellos que piensan de modo distinto a nosotros? ¿Por qué descalificamos otros modos de ver el mundo considerándolos inferiores a los nuestros?

Algo desconcertante en la campaña presidencial de Trump fue que contó con un gran apoyo de líderes religiosos. Católicos y evangélicos parecieron no verse afectados por su discurso de odio y violencia. La campaña presidencial peruana no fue ajena tampoco a este tipo de alianzas entre lo político y lo religioso ni tampoco a discursos de violencia y odio hacia algunas minorías. Basta darse un paseo por las redes sociales y encontrarse con movimientos que se denominan cristianos y que mantienen también un discurso violento contra aquellos que no creen ni piensan como ellos. ¿Hay acaso algún vínculo entre el fenómeno religioso y la violencia?

La investigadora Verónica Lecaros ha realizado un análisis interesante sobre las afinidades entre religión y violencia a partir de una pregunta sugerente: ¿Qué mejoría ha aportado el crecimiento de las iglesias evangélicas cuando la corrupción y la violencia siguen imperando en América Latina? Esta pregunta que tiene relación directa con el éxito de las iglesias evangélicas en la región podría ampliarse al espectro católico, ya que esta región es también la de mayor influencia católica en el mundo. Para Lecaros es sorprendente cómo a pesar de que la religión cristiana se opone a la violencia, la religión finalmente se ha insertado en el tejido social que es violento. Esa es una tarea pendiente de quienes creemos y practicamos la fe cristiana. No dejar que la violencia de cualquier tipo permee nuestra práctica religiosa ni que conviva con ella cuando el mensaje cristiano es un mensaje de no violencia.

P. Víctor Hugo Miranda, SJ
Coordinador de la Plataforma Apostólica de Piura
Publicado por el Diario La República (14/01/17)