Sobre el Papa Francisco y la visita del P. Gustavo Gutiérrez a Roma

Santo Padre y Gustavo Gutiérrez. Teología de la Liberación y Roma. Personas y temas que han sido puestos uno frente al otro por mucho tiempo y que la semana pasada se escribieron juntos y volvieron a estrecharse la mano en el mismo camino. No cabe duda que el tema y la realidad de los pobres han vuelto a los pasillos vaticanos.

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La teología de la liberación desarrollada por el P. Gustavo Gutiérrez fue definitivamente confirmada por la Congregación de la Doctrina de la Fe el año 2006. Por lo tanto y a partir de lo ocurrido días atrás, no podemos hablar de “reincorporación” o “reconciliación” de un planteamiento que jamás fue condenado. De lo que sí podemos alegrarnos es de una renovación de la Iglesia, que vuelve a mirar con atención aquellos aportes que la hacen más auténtica. Toda institución humana y más aún la Iglesia, “experta en humanidad”, pasa por momentos de renovación. Ya lo decía M-D Chenu, uno de los padres del Concilio Vaticano II: “cada vez que la Iglesia se renueva, vuelve al Evangelio”. Y es justamente lo que Gustavo Gutiérrez ha repetido reiteradas veces estos días en Roma: “Lo que Francisco hace es volver al Evangelio, vivir el Evangelio”.

Si nos detenemos brevemente en las páginas del Evangelio, como intérprete de todas las Escrituras, encontramos como común denominador la unión de dos historias: Dios que busca salvar y el ser humano que en el devenir histórico de su existencia no busca sino la certeza de su encuentro con Dios, respuesta y aliento de su vivir. Salvación y búsqueda, liberación y Evangelio, se integran en un solo lenguaje: el hablado por Dios en palabras humanas. Por eso, cuando los pobres vuelven a ser tema central del anuncio se vuelve más claro el lenguaje de Dios, y más nítidas las acciones de Jesús, Palabra encarnada. “Los pobres -lo dijo el Papa Francisco esta misma semana- son también maestros privilegiados de nuestro conocimiento de Dios; su fragilidad y sencillez ponen al descubierto nuestros egoísmos, nuestras falsas certezas, nuestras pretensiones de autosuficiencia, y nos guían a la experiencia de la cercanía y de la ternura de Dios, para recibir en nuestra vida su amor, la misericordia del Padre que, con discreción y paciente confianza, cuida de nosotros, de todos nosotros.” (Discurso al Centro Astalli. Iglesia del Gesù. 10 de septiembre 2013).

La actitud cercana del Papa Francisco con los pobres y con los que sufren es noticia de primera plana, casi todos los días. ¿Por qué? ¿Será que ser cristianos, es decir, ser de Cristo y como Cristo, ya había pasado de moda en la Iglesia? Por otro lado, la visita del P. Gustavo Gutiérrez ha levantado más noticia aún, desconcertando a unos y poniendo muy nerviosos a otros. ¿Por qué? ¿Será que seguir en esta renovación eclesial, recurriendo a planteamientos teológicos de profundidad evangélica, asusta?

Francisco ha demostrado con creces que lo suyo no es una teología, una ideología o filosofía, lo suyo es actitud de vida, fraguada en el contacto personal con Jesús y los pobres. Lo mismo puedo afirmar del P. Gustavo Gutiérrez, pues a sus 85 años y con sus ya comprensibles problemas de salud física sigue anunciando lo que lleva dentro, aquello que permitió que el miércoles 11 de setiembre dos hombres de Iglesia y fieles al Evangelio se dieran un abrazo y mutuo aliento en la misma misión: el Evangelio de Jesús. Los dos se encontraron allí, anunciando el Evangelio. Los que quieran llevar esto a otros terrenos no hacen más que volver a alejar a los pobres del corazón de la misión evangelizadora de la Iglesia, y, nuevamente, relegar una realidad social y humana que pide cuanto antes ser erradicada en todas sus dimensiones.

En estos días tuve la oportunidad de conversar y pasar buenos momentos con Gustavo en Roma. Allí, en el diálogo y el conocimiento personal, uno se puede dar cuenta de que no hay mejor teología ni mejor modo de anunciar el Evangelio que el testimonio de vida. Nos alegramos de poder seguir aprovechando de la experiencia, lucidez y compromiso por los pobres del P. Gustavo Gutiérrez. La teología de la liberación vuelve a dar lo mejor que tiene para aportar en esta renovación de la Iglesia que tanto deseamos y donde nos debemos jugar la vida, pues “la salvación del hombre es el motivo de todo” (Verbum Domini, 9)

Juan Bytton Arellano, SJ
Diácono, estudia Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma